lunes, 28 de junio de 2010
Galicia sin celulosas.
EL TEMA de celulosas en general, y el caso de la fábrica pontevedresa de ENCE en particular, nos suele situar ante un falso debate. Cuando la discusión se centra en su desaparición de Galicia y Pontevedra, el argumento esgrimido de inmediato se refiere al numero de puestos de trabajo a perder. Sin embargo, entiendo que en el debate las preguntas a formularse deberían ser otras. En el caso concreto de Pontevedra una de las principales sería el número de puestos de trabajo que se ganarían con su erradicación y la incidencia posterior en la geografía municipal de la comarca. Vaya por delante mi comprensión con la inquietud, rayana a veces en el desasosiego, mostrada por aquellos que ven peligrar su puestos de trabajo, un bien cada vez más escaso. Sin embargo, no comparto algunas de sus reacciones, en ocasiones presididas por la falta de perspectiva. Tienen que abandonar su cerrazón y, con una actitud positiva, contribuir a la solución del problema.
La desacertada actual ubicación de ENCE ha generado un foco de repulsión y ha contribuido de forma decisiva a la degradación de una ría poseedora en tiempo pretéritos de una inmensa riqueza. Bien es cierto que no es ella sola la única culpable, pero su parte alícuota en el desaguisado es enorme. Su desaparición significaría, a corto plazo, la aparición de una entidad supramunicipal con mas de 100.000 habitantes; poseedora, además, de un puerto de relativa importancia. En este nuevo contexto, su peso en el conjunto de Galicia, necesariamente tendría que ser muy superior al que hoy poseen Marín y Pontevedra de forma separada. El nuevo marco, por pura lógica, debería generar una nueva oferta laboral, a priori, sumamente atractiva y esperanzadora. A ello habría que unir los resultados laborales derivados de la recuperación la ría, pues no solo de celulosas vive el hombre -y la mujer-, sino también de los puestos de trabajo generados por una explotación racional de la ría y de las empresas relacionadas con su actividad.
Podríamos afirmar, sin grandes aspavientos, que, de algún modo, las celulosas son sinónimo de atraso, empobrecimiento y desertización. Su desaparición de Galicia abriría las puertas a la recuperación de nuestros bosques autóctonos y la erradicación de ese gran depredador y magno generador de miseria que es el eucalipto. La riqueza producida por la explotación de nuestros bosques nos sitúa ante otro falso debate. Frente a la inmediatez de los beneficios derivados de los eucaliptos -siempre ligados al empobrecimiento, desertización e inutilización del suelo-, aparecerían los superiores rendimientos proporcionados por una racional explotación de robles, castaños y demás árboles autóctonos. Caducifolios siempre más benéficos y respetuosos con el suelo madre. En este contexto no debemos olvidar la negativa incidencia de los incendios forestales en cualquier economía.
Y aquí no existe comparación, pues frente a los piróforos eucaliptos siempre portadores de la desolación, se alzan los incombustibles caducifolios.
Galicia tiene que apostar por la investigación, la tecnología punta y las industrias no contaminantes, olvidándose de fuentes de una riqueza que son pan para hoy y hambre para mañana. Industrias, en muchos casos, propias de países subdesarrollados.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
A este indocumentado ya le contestaremos más adelante, de momento le recordamos que "más vale estar callado y parecer un idiota, que abrir la boca (escribir en este caso) y despejar todas las dudas".
ResponderEliminar